“El primer médico cubano que curó en La Higuera”

Voces del Henry Reeve (VIII)
El destino suele escribir con tinta inesperada: a veces con lodo de huracán, otras con polvo de montaña. Así se trazó el camino del Dr. Lázaro Casimiro Izquierdo Machín, hasta convertirlo en el primer médico cubano en La Higuera, el caserío donde la historia quedó detenida con la muerte del Che Guevara.
En 2005 había estado en Guatemala, enfrentando el desastre del huracán Stan. Allí, entre derrumbes y aguas embravecidas, una brigada del recién fundado Contingente Henry Reeve se estrenaba salvando vidas, y Lázaro era parte de ella. Ya eso constituía un orgullo inmenso para aquel joven médico habanero, moreno y humilde, que se abrió paso entre sacrificios hasta alcanzar su título. Pero la vida le tenía reservada una honra mayor.
Solo unos meses después, tras la toma de posesión del presidente Evo Morales, Bolivia sufrió lluvias torrenciales, desbordamientos de ríos y derrumbes. El país pidió ayuda a Cuba, y junto a más de un centenar de médicos, Lázaro se adentró por aquellos caminos serpenteantes tan estrechos… que parecían colgar del aire, desafiando al abismo. Fue así como llegó a los Valles Cruceños, al municipio de Pucará, en la provincia de Vallegrande.
La noticia inesperada
Una vez en Vallegrande, la dirección de la misión le comunicó que, por orientación del propio presidente Evo Morales, se abriría un puesto médico en La Higuera. Y el designado para inaugurarlo sería él.
Había crecido bajo el lema de “Seremos como el Che”, lo practicaba en cada gesto de entrega al paciente. Pero, ¿cómo asimilar que sería el primero en llevar bata blanca al lugar donde la historia aún susurraba el nombre del guerrillero? Fue un privilegio que al inicio parecía irreal, pero pronto se convirtió en un compromiso inmenso. Aceptó la misión esa misma tarde, sin vacilar.
El viaje no fue sencillo, pero todo valía la pena. Al día siguiente, junto a otros compañeros de la brigada y pobladores de La Higuera, comenzó la habilitación del lugar donde funcionaría la consulta.
El 14 de junio de 2006, día del natalicio del Che, y con la presencia de Evo Morales, Álvaro García Linera y la jefatura de la misión, se inauguró oficialmente el primer puesto médico cubano en La Higuera. Y con ello, comenzaba una historia que merece ser contada:


P: Doctor, ¿cómo fue aquel primer día en La Higuera?
L: Fue algo indescriptible. La Higuera tenía apenas 150 habitantes y desde ese pequeño consultorio atendíamos a diez comunidades rurales, las mismas por las que había transitado el Che en su travesía. Sentí que estaba uniendo dos símbolos: la memoria de lucha y sacrificio del Che, y la vida y la salud que Cuba podía ofrecer a ese pueblo.
P: ¿Cómo era el trabajo con la comunidad?
L: Muy humano. Era un pueblo de gente pobre y generosa, que me miraba asombrada: nunca habían tenido un médico, mucho menos un cubano. Yo hacía mucha labor en el terreno. Me integré a las escuelitas, donde los maestros me brindaban facilidades, me cedían espacio para consultas y charlas de educación sanitaria. Algo que recuerdo con especial cariño es que cuando terminaba mi labor en una comunidad y debía ir a otra, los maestros les encargaban a los propios niños que fueran mis guías. Ellos conocían cada vereda, cada obstáculo del camino, y me llevaban con alegría. Jamás sucedió algún problema. Eso fue profundamente conmovedor.


Las familias no hallaban cómo agradecerles a Cuba haber colocado allí a uno de sus hijos, a veces se desprendían de lo poco que tenían. Hubo noches que comíamos sentados en el piso, compartiendo su pan y su afecto. Lo hacían con la ternura más sincera. Así se creó una relación entrañable entre médicos, maestros y niños.
P: ¿Compartió ese trabajo con otros médicos cubanos?
L: Sí. Cuando un colega se destacaba en otra zona, lo enviaban a trabajar conmigo en dúo. Así compartíamos experiencias, recorríamos juntos las comunidades y reforzábamos la atención médica. La gente siempre nos recibió con gratitud y cariño.
P: ¿Recuerda alguna experiencia fuera de las consultas, relacionada con su misión en Bolivia?
L: Sí, una muy especial. Estando en La Higuera fui invitado al Congreso de la Organización de Pioneros José Martí, celebrado en el Palacio de Convenciones en La Habana. Viajé desde Bolivia con el deseo inmenso de contarles a los niños cubanos lo que estaba viviendo en aquel lugar donde el Che pasó a ser mito, leyenda. Sentí que era como cerrar un círculo: podía transmitirle a los pioneros la emoción de estar donde él entregó su vida.


P: ¿Cuánto tiempo permaneció en Bolivia y cómo continuó su camino internacionalista?
L: Me quedé hasta abril de 2008. Luego regresé a Cuba y trabajé en el Policlínico Boyeros. En 2014 fui a Sudáfrica, donde permanecí tres años en la provincia del Cabo Oriental. Más tarde cumplí misión en Surinam, entre 2019 y 2021.

P: ¿Y hoy dónde ejerce?
L: Desde hace tres años soy coordinador municipal del Programa de Pie Diabético en Boyeros. Es un trabajo que me satisface mucho. Y sigo dispuesto a partir a cualquier misión que mi país necesite.

En La Higuera, donde la muerte del Che marcó para siempre la memoria de un pueblo, un médico cubano inauguró un nuevo capítulo de vida. Con bata blanca en lugar de uniforme verde olivo, donde un día se apagó una historia de lucha Lázaro Casimiro Izquierdo Machín encendió una llama de esperanza, bajo el espíritu del Contingente Henry Reeve.
Por Mylenys Torres Labrada