Un diagnóstico precoz reduce la progresión del glaucoma
A partir del año 2008 se viene celebrando cada 12 de marzo el Día Mundial del Glaucoma; aunque no se circunscribe a esta fecha en particular es toda una semana de festejos, dedicada a los pacientes que sufren esta enfermedad, con el fin de educarlos en todo lo referente a ella. Constituye además, un espacio oportuno para compartir experiencias con profesionales de diversos países.
Este padecimiento engloba hasta 60 enfermedades oculares que pueden ocasionar la ceguera del paciente, producto de una degeneración progresiva del nervio ocular.
El glaucoma primario de ángulo abierto es una forma de neuropatía óptica lentamente progresiva y de origen multifactorial, donde el aumento de la presión intraocular (PIO) se considera el principal factor de riesgo.
Según estudios realizados en nuestro país y la Organización Mundial de la Salud, se considera la segunda causa de ceguera en Cuba y en el mundo, luego de la catarata, responsable de entre 6.6% y 8% de la ceguera respectivamente. Se estima que el número de personas con glaucoma en el mundo, va a aumentar hasta 76 millones en 2020 y 111.8 millones en 2040.
Existen factores de riesgo asociados al glaucoma que no son prevenibles. El más destacable en este contexto es la edad, especialmente a partir de los 60 años, aunque tras cumplir los 40 el riesgo ya es significativo. Los antecedentes familiares en ascendencia directa (padres) también implican un mayor riesgo, así como la raza, pues las personas de raza negra son más propensos a desarrollar esta patología ocular. Las personas miopes tienen incrementado el riesgo, al igual que aquellas que siguen tratamientos de larga duración con corticoesteroides.
En tales casos no cabe la prevención, pero sí el diagnóstico precoz. Y esto es importante, pues aunque el glaucoma es un problema ocular que no se puede curar y la pérdida de agudeza visual que origina es irreversible, sí se puede detener su progresión mediante el adecuado tratamiento.
Es una enfermedad asintomática, existen muchos pacientes sin diagnosticar. Por ello, es fundamental que todas las personas se sometan a una revisión rutinaria que incluya la medición de la presión intraocular (PIO) a partir de los 40 años y con una periodicidad de dos a cuatro años. Los mayores de 60 deberán hacerlo cada uno o dos años. Sin embargo, aquellas personas en situación de riesgo deberán someterse a esta revisión de forma anual y a partir de los 35 años de edad.
En nuestro país existe una total cobertura de servicios oftalmológicos, la cual permite en los diferentes niveles de atención realizar la exploración de la tensión ocular y el fondo de ojo, en todas las personas mayores de 40 años y evaluar el aspecto del nervio óptico, principalmente aquellos con antecedentes familiares de glaucoma.