Adrián y Javier: la pérdida auditiva no es una limitación
Hace 16 años, Adrián Valdivia Solís rompió la barrera del silencio, al recibir un implante coclear en la capitalina Clínica Central Cira García; tenía entonces cinco años de edad.
Hoy, graduado de técnico medio en informática, es el responsable del mantenimiento de las computadoras y de establecer el tiempo de máquina en la escuela José Luis Arruñada Martín, ubicada en el municipio Plaza de la Revolución.
Al joven Adrián le apasiona la lectura, le gusta investigar y aprender; un día decidió utilizar la máquina de coser de la casa y en estos meses de pandemia la familia se ha protegido con los nasobucos confeccionados por él.
De la imitación a su madre emergieron recetas de panetelas y pastelitos, y sus manos han modelado figuras en barro y adornos de madera; pero su principal esfuerzo, por estos días, radica en ayudar a su hermano Javier con las teleclases.
Los separan doce años de edad, de ahí que Adrián se esfuerce por ser hermano y padre, pues nadie como él puede entender al niño de ocho años, y es que además del cariño de sus padres, también comparten el mismo diagnóstico: padecen de sordera severa-profunda y muestran con orgullo sus implantes cocleares.
Para Eduardo y Marlenis, sus dos hijos son el resultado de embarazos deseados y esperados, y la mayor dicha de sus vidas. El 29 de febrero del 2000 cuando nació Adrián, el matrimonio vivía en Villa Clara, y no podían suponer que el niño tuviera alguna dificultad para escuchar, porque era muy activo.
A su abuela Yuya, quizás por la experiencia acumulada, le llamó la atención que el pequeño no reaccionara ante los globos en su primer cumpleaños y enseguida alertó a los padres; así comenzó el largo camino que incluyó varios análisis y la mudanza desde Villa Clara hacia La Habana, donde se realizaban las cirugías de implante coclear.
Producto del bloqueo, Adrián tuvo que esperar hasta el 2 de marzo de 2005 para recibir el dispositivo que le cambió la vida, durante una larga cirugía en la que Marlenis puso toda su fe y esperanza, y 30 días después el pequeño escuchó por primera vez.
Los meses posteriores resultaron de mucho sacrificio para garantizar su rehabilitación, que incluyó todo el apoyo de la familia, los profesores y el personal médico del Centro Internacional de Salud La Pradera y del Hospital Pediátrico Universitario Borrás-Marfán.
Desde preescolar estuvo en la enseñanza regular y cuando me llamaban de la escuela, porque había dicho una mala palabra, empezaba a llorar de emoción, en definitiva eran las palabras de mi hijo, recuerda la madre aún sensible.
Hacíamos ruido por la casa para que lo sintiera, y al escuchar un sonido nuevo rápido me preguntaba: “¿qué es eso?”, también sus compañeros de aula lo acogieron con cariño, dice Marlenis.
Más allá de la compañía de sus amigos, Adrián deseaba un hermanito y sus padres decidieron darle esa alegría. Javier nació en 2012 y a los cuatro meses de vida descubrieron que el niño tampoco escuchaba.
Cuando llegué con la cajita de las prótesis a la casa mi madre empezó a llorar, al igual que su padre en la consulta, pero yo sufro para mí y fui a buscar a Adrián a la escuela para decírselo, porque a él siempre le preocupó que su hermano fuese como él, rememora.
Al año y medio, Javier recibió su implante coclear y se incorporó a la enseñanza regular desde el círculo infantil, siempre con el apoyo de sus padres y su hermano mayor.
En la casa de los Valdivia-Solís todo lleva nombre, desde una butaca hasta los escaparates y puertas, para que Javier pueda mejorar su lenguaje, como hicieran tiempo atrás Marlenis y Eduardo con Adrián.
También para ayudar al niño, Michelle Pérez Sayas, logopeda de la escuela José Luis Arruñada Martín, desde hace más de dos años trabaja con él y se ha integrado a la familia, “son muy preocupados y ocupados, y continuamente nos comunicamos para lograr, entre todos, el mejor futuro posible para este rayito de sol”.
En Cuba, desde 1997 se han realizado 510 cirugías de implante coclear, especialmente en la población pediátrica, de ellas ocho son implantes bilaterales (en ambos oídos), y tres en sordo-ciegos.
Cada 3 de marzo se celebra el Día Mundial de la Audición, y este año se enfoca en la identificación, rehabilitación y comunicación para abordar la pérdida auditiva y las enfermedades del oído en todas las etapas de la vida.
A propósito, la Organización Mundial de la Salud advirtió, en el Informe mundial sobre la audición, que una de cada cuatro personas presentará problemas auditivos en 2050 y 700 millones de los afectados necesitarán atención otológica para mejorar su audición, por lo que la investigación subraya la necesidad de actuar con rapidez para prevenir y resolver este padecimiento.