“He visto los cielos abiertos”

Isis de la Paz llegó temprano al Instituto de Neurología y Neurocirugía. Caminaba con dificultad. Desde hace tres meses vive con los pies hinchados, dolor en los hombros y un malestar persistente que no la abandona. El Chikungunya la golpeó fuerte: estuvo diez días en la fase aguda con fiebre, rash, ardor, “todo lo malo que puede causar ese virus”, cuenta.
Es un nuevo día de consulta especializada post-chikungunya y, como ella, decenas de pacientes llegan buscando alivio y respuestas. La consulta funciona de manera abierta, sin necesidad de remisión médica previa, como respuesta al incremento de personas con secuelas neurológicas tras haber padecido la enfermedad. Isis fue atendida por la Dra. Lismary Martínez, jefa de Neurocirugía del Instituto. La evaluación fue minuciosa, sin apuros. Isis salió distinta: más tranquila, agradecida, “tan complacida”, repite, como quien necesita que se sepa.



Unos metros más allá, la Dra. María Mesa Cárdenas, médica jubilada, se apoya en el brazo del residente en neurología Dr. Carlos Miguel Rodríguez para salir de la consulta. Él le indicó esteroides, vitaminas, antiinflamatorios y un seguimiento estrecho. Tiene el pelo blanco y un hablar pausado. Antes de irse, deja una frase que resume lo vivido:
“He visto los cielos abiertos porque este joven me ha escuchado y me ha atendido como si fuera el más experimentado de Cuba!”

Están habilitadas siete consultas. Ahí está el Dr. Misiel Hernández, especialista en Anestesiología y Reanimación. Recorre las manos de sus pacientes para identificar dónde les duele más, piensa en los diagnósticos que más allá de la clínica puedan funcionar en cada caso e indica procederes intervencionistas en quienes presentan neuropatías post infecciosas, una de las manifestaciones más complejas del virus.
El Dr. Víctor Pérez Blanco, neurocirujano, explica que la mayoría refiere dolores articulares, reumatismos, neuritis e inflamación de los nervios periféricos, fundamentalmente adultos mayores de 50 años. En algunos casos, según la evaluación clínica, se indican terapias como la neural, magnetoterapia u ozonoterapia, siempre con un enfoque individualizado.




Así también ocupan consultas las avezadas doctoras Raiza, Zurina y Sandra asistidas por residentes, enfermeras y personal de apoyo.
Las horas pasan, pero nadie se queda sin orientación. Aunque hoy no todos han podido ser atendidos, han recibido una respuesta, ya sea con evaluación, indicaciones o turnos organizados para los próximos días.
En eso de armonizar la Dra. Yolanda Aguilera ocupa el frente, conduce, esclarece, ayuda.


Y en medio del esfuerzo sostenido, surge también la gratitud. Iraida Morgado, una de las pacientes, regresó a su casa y volvió con café para quienes, desde temprano, no han dejado de atender. Un gesto sencillo que habla del vínculo que se crea cuando la medicina se ejerce con ciencia, respeto y sensibilidad.
En el Instituto de Neurología y Neurocirugía, la consulta post-Chikungunya no es solo un acto médico. Es un espacio donde el conocimiento se pone al servicio del ser humano y donde, aun en medio del dolor, muchos vuelven a sentir —como dijo María Mesa— que los cielos pueden abrirse.
Por Mylenys Torres






