El costo humano y social de una política cruel para la neurología cubana

En Cuba, cada niño que no accede a un medicamento, cada abuelo que espera una prótesis, cada profesional que innova con lo que tiene para salvar una vida, construyen cada día una historia marcada por el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos a Cuba desde hace más de 60 años.
🇨🇺 Impedir al sector de #Salud en #Cuba la adquisición de medicamentos, insumos y otros materiales indispensables para la atención a nuestro pueblo, es una cruel medida de la injusta aplicación por parte del Gobierno estadounidense del bloqueo económico, comercial y financiero. pic.twitter.com/NApncOwskd
— José Angel Portal Miranda (@japortalmiranda) October 28, 2025
No es una abstracción diplomática ni una medida técnica. No es un cerco, es una asfixia. Es una política cruel que se traduce en dolor, en carencias, en vidas interrumpidas, como una herida que no cierra, que se multiplica en las instituciones sanitarias a lo largo y ancho del país.
Bien conocen sobre ello en hospitales cubanos, donde la vocación médica se sobrepone a la escasez, y el bloqueo se siente con crudeza en los distintos procesos obstaculizados, ya sea por un equipo roto que no puede ser reemplazado o por un tratamiento que no llega a tiempo. Especialidades como la neurología, la oncología pediátrica o la cirugía cardiovascular enfrentan desafíos extremos para acceder a insumos básicos, tecnologías de punta y medicamentos de última generación. Sus profesionales hablan con tristeza y frustración de carencias, de una angustia compartida.


La doctora Tania Arrieta Hernández, subdirectora de Asistencia Médica del Instituto de Neurología y Neurocirugía, lo resume con certeza: “Nuestra especialidad es costosa y requiere materiales que, debido al bloqueo, son imposibles de adquirir. Es una estrategia económica que forma parte de una política inhumana; que impacta directamente en la atención a enfermedades como el ictus, donde cada minuto puede marcar la diferencia entre la vida y la discapacidad”.
En ese sentido, acotó que el ictus —una de las principales causas de muerte y discapacidad en Cuba— requiere intervenciones urgentes y altamente especializadas. “En el mundo, se realizan trombolisis, trombectomías, embolizaciones y otros procedimientos que salvan funciones y prolongan vidas; en Cuba, muchos de estos tratamientos están diseñados, estudiados y dominados por profesionales formados con excelencia, pero limitados por la imposibilidad de adquirir los insumos necesarios debido al bloqueo”.
No duda en aseverar que “el costo humano de estas medidas es profundo y doloroso”. No se trata solo de cifras o estadísticas: se trata de personas que podrían recibir tratamientos avanzados, de familias que enfrentan secuelas evitables, de profesionales que luchan cada día con recursos limitados para salvar vidas.
Afirma la doctora Arrieta que, por más de seis décadas, el bloqueo ha afectado la compra de equipos médicos, la importación de reactivos, el acceso a tecnologías de diagnóstico, la adquisición de piezas de repuesto, la participación en redes científicas y la colaboración internacional. “Ha encarecido procesos, ha obstaculizado donaciones, ha limitado el desarrollo de investigaciones y ha vulnerado derechos fundamentales de nuestros pacientes”, subrayó.
Y sin embargo, Cuba no cede; por su pueblo, trabaja con profunda vocación humanista, con ciencia, con solidaridad, en un sistema de salud que apuesta por la prevención, la equidad y la formación de profesionales comprometidos. Es un tema que mucho dominan quienes, con su bata blanca, convierten cada limitación impuesta por el bloqueo en una proeza diaria. Son los médicos, enfermeros, técnicos y especialistas que transforman la escasez en resistencia, y la resistencia en dignidad. Son los profesionales que, como la doctora Tania Arrieta Hernández, lo ven como una herida abierta en el cuerpo de la salud pública cubana.


Por eso, cuando el mundo se une en la Asamblea General de las Naciones Unidas, para votar por la Resolución titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, este 28 y 29 de octubre, la subdirectora de Asistencia Médica del Instituto de Neurología y Neurocirugía, no solo alza la voz por la prevención y la atención médica oportuna; la alza también por el derecho a la vida sin restricciones impuestas desde fuera. Por el derecho a acceder a lo mejor de la ciencia sin castigos, por el derecho de cada paciente cubano a recibir el tratamiento que merece, sin que una política ajena le niegue la esperanza.
En Cuba, detrás de cada sanción o medida absurda, hay una historia que duele, y detrás de cada voto contra el bloqueo, hay una posibilidad de salvar en esta batalla por las causas justas.
Autora: Isabel Díaz González






