Doctor Leonardo Fernández: nueve misiones al servicio de la humanidad

Voces del Henry Reeve (VI)

Su historia parece un mapa de las emergencias del mundo: nueve misiones internacionalistas —cinco con el Contingente Internacional Henry Reeve—, 49 años de servicio ininterrumpido y una hoja de vida que podría llenar varios libros.

Fue de los primeros en partir hacia Pakistán tras un devastador terremoto; de los que enfrentaron el Ébola en Liberia, conscientes del riesgo de no regresar; de los que sostuvieron a Haití en medio de su dolor infinito; de los que llegaron a Italia durante el colapso sanitario de la COVID-19; y de los que asumieron la dirección de un hospital de campaña en Guantánamo durante la pandemia.

Pero su secreto no está en las medallas ni en los titulares que lo nombraron héroe más de una vez. Está en lo que aprendió y enseña:

“La medicina cubana se mide no solo en ciencia, sino en humanismo; el miedo existe, pero se controla cuando recuerdas que representas a Fidel, a Raúl, a Cuba; y que ‘Patria es humanidad’ no es una consigna, sino una forma de vivir”.

P: Doctor Leonardo Fernández Fernández, ¿quién es usted?

L: Mi nombre viene de Leonhard: León fuerte, decidido, aventurero y resistente. Y creo que me representa. Soy especialista en Medicina Interna, Emergencias Médicas y Cuidados Intensivos, Máster en la misma rama y profesor auxiliar de la Facultad de Ciencias Médicas. Trabajo en el Hospital General Docente de Guantánamo Dr. Agosthino Neto.

P: Nueve misiones internacionalistas… ¿cómo resumiría ese recorrido?

L: Cinco fueron con el Henry Reeve y cuatro en otras circunstancias: Nicaragua, Pakistán, Timor Leste, Mozambique, Haití, Liberia, otra vez Mozambique, Italia y Cuba durante la COVID-19. Cada misión dejó huellas profundas: aprendimos tanto como aportamos.

P: ¿Qué recuerdos guarda de su primera salida a Pakistán, tras el terremoto?

L: Fue la primera brigada Henry Reeve que tuve el honor de integrar. Recuerdo la atención del Comandante en Jefe por nuestra seguridad y los reiterados encuentros con él. Fue impactante todo: la desesperación en los ojos de la gente, que nos miraban con desconfianza. Nos enfrentábamos a una cultura desconocida y sentir cómo, poco a poco, el pueblo pakistaní nos miraba con respeto tras nuestro trabajo todavía hoy me estremece. Todo un choque cultural y humano al mismo tiempo.

Ese primer contacto con la humanidad en crisis me marcó para siempre.

P: Liberia y el Ébola en 2014… debe haber sido aterrador.

L: Lo fue. La preparación en La Habana fue intensa: cursos, entrenamientos de los especialistas del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, evaluaciones de la OPS y la OMS. Muchos nos llamaban “locos”; en las despedidas algunos nos miraban con lástima. Pesaba la noticia de que el 20% de nosotros podía enfermar y no regresar.

Al subir a la escalerilla del avión, el General de Ejército Raúl Castro me dijo: “La orden está dada, cumplan y regresen.” Y eso fue lo que hicimos.

P: Haití, Italia y Cuba durante la COVID-19… ¿qué significaron esas experiencias?

L: Haití nos enseñó a vivir el dolor y cumplir nuestro deber. En Italia vimos colapsar un sistema de salud avanzado; allí comprobamos que la medicina cubana, por su humanismo, es única. Y en Guantánamo, dirigir un hospital de campaña con 100 camas durante la pandemia fue quizás la misión más entrañable: después de ayudar a tantos pueblos, pude aportar a mi propio pueblo en una situación tan crítica.

P: ¿Se arrepiente de algo?

L: De nada. Volvería a escribir las mismas páginas, y con mayor rigor y entrega. Mi familia siempre me apoyó, y yo llevo a Fidel, a Martí y al Che en el alma.

P: ¿Sintió miedo?

L: Siempre: a no cumplir bien, a enfermar, a ser secuestrado, a morir… Pero cuando estás convencido de que la tarea es necesaria y honrosa, el miedo desaparece.

Mi fobia son las serpientes venenosas; convivir con ellas en las selvas de Nicaragua exigió gran autocontrol.

P: ¿Qué le dejó el Henry Reeve?

L: Aprendimos más de lo que dimos: la humildad y gratitud de otros pueblos, el valor del humanismo por encima de la tecnología, la grandeza de Fidel, pues con solo mencionar su nombre y el de Cuba se abren los corazones de los más desposeídos del mundo.

P: ¿Cómo quiere que lo recuerden?

L: Como uno más de los cubanos a quienes la vida y las circunstancias les dieron la posibilidad de ayudar al mundo. Estoy orgulloso de haber cumplido con mi deber y de que, cuando la gente me ve pasar sudado y agotado pero feliz, diga: “ese médico estuvo en nueve misiones, y no se cansa de ser médico.”

Autora: Mylenys Torres

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