Hasta siempre, querido y entrañable Popi

Así como se despide a los mejores hijos de la Patria, despedimos hoy a nuestro entrañable Popi, un hombre que décadas atrás traspasó el plano formal de un nombre, de un cargo, o de una institución… para marcar no solo el quehacer de la Medicina y la Ciencia cubanas, sino también el devenir de la historia de nuestro pueblo.

Su muerte, en horas de la noche del pasado 12 de noviembre, fue una triste realidad que estremeció a Cuba, y de manera especial a quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, trabajar a su lado y aprender de su sabiduría.

Popi, nacido en el matancero municipio de Jovellanos, a golpe de sacrificios se superó a lo largo de los años, hasta llegar a ser un paradigma de educador perseverante, cuya autoridad moral se imponía por encima de sus cargos o distinciones formales.

Precisamente en la emblemática institución de las Ciencias Médicas cubanas donde realizamos hoy el póstumo homenaje, inició su andar en el sector de la Salud, primero como alumno, luego como profesor, investigador y rector por 15 años.

La Medicina Legal, esa que en un primer momento no llegó a él por vocación, sino por compromiso con las necesidades que en sus años de estudio tenía la Salud Pública cubana, fue para Popi un camino de sensibilidad y disposición constante para cumplir con su deber, sin importar las condiciones en que fuera necesario hacerlo.

Justamente dirigir el Instituto de Medicina Legal de La Habana, por espacio de 13 años, fue una de las tantas responsabilidades que marcó su desempeño en esa especialidad, donde sus muchos méritos lo hicieron merecedor de ocupar, por más de dos décadas, la presidencia de la Sociedad Cubana de Medicina Legal.

Sus conocimientos en esa área, al igual que en la docencia médica, lo convirtieron en un experto con elevado reconocimiento internacional, siendo varias las universidades latinoamericanas que lo nombraron Profesor Invitado y Honorario.

Páginas decisivas de la historia de nuestra Revolución, tienen tras de sí su impronta de cubano incondicional, de investigador tenaz, de trabajador incansable…

Y si bien el pueblo cubano lo recordará siempre como aquel hombre de mirada vivaz, que dirigió la búsqueda de los restos del Che y sus compañeros de guerrilla en tierra boliviana, por más de cinco años, para traerlos de regreso a casa, otras misiones similares marcaron su hoja de servicios a la Patria.

Por eso es imprescindible rememorar hoy, que cuando Cuba se dio a la tarea, en el año 1989, de repatriar a todos sus hijos que habían muerto en otros países cumpliendo misiones internacionalistas, Popi tuvo a su cargo la parte forense de ese equipo, que llegó a los más insospechados lugares del mundo, en lo que sería una lucha sin precedentes contra el tiempo. El 7 de diciembre de 1989 se hizo realidad la Operación Tributo, y Popi tuvo en ella un protagonismo invaluable.

Títulos y nombramientos tuvo muchos a lo largo de su fecunda vida, y por solo mencionar algunos me gustaría destacar sus especialidades en Primer y Segundo Grado de Medicina Legal, así como su condición de Doctor en Ciencias Médicas, Profesor Consultante e Investigador Titular, Académico de la Academia de Ciencias de Cuba, Profesor Emérito y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, y Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

Ninguno de ellos es capaz de resumir la grandeza de quien supo convertirse en una fuente inagotable de sabiduría, entrega y creatividad.

Como parte de su brillante trayectoria profesional, organizó y coordinó numerosos proyectos científicos de alto nivel, al tiempo que se desempeñó como Experto y Asesor para la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, así como para otras agencias internacionales, en temas como desastres, manejo masivo de cadáveres, drogas, bioética, salud y violencia, entre otros.

Generaciones de médicos, juristas, policías, bomberos y de otras tantas profesiones han sido formadas a la luz de sus conocimientos, valores, principios y defensa de la verdad y la ética profesional, que intentó transmitir siempre a quienes se encontraban a su alrededor.

Y en ese camino de hacer por Cuba, tampoco puedo dejar de mencionar en este escenario su militancia en la Unión de Jóvenes Comunistas y en las filas del Partido Comunista de Cuba desde muy joven. A eso se suman sus 25 años como diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, 15 de ellos como Presidente de su Comisión de Salud y Deporte, responsabilidad desde la cual participó en múltiples actividades relacionadas con ese campo, tanto en el ámbito nacional como internacional.

Durante casi una década como Director Nacional de Docencia Médica del Ministerio de Salud Pública, donde laboró hasta el momento de su muerte, dejó igualmente una profunda huella, no solo por el respeto y la admiración que inspiraba, sino también por sus cualidades de persona honesta, altruista y consecuente.

Hagamos de esta despedida física al doctor en Ciencias Jorge González Pérez, más que un adiós, un reconocimiento a su legado y un compromiso con hacer de su ejemplo, guía para las presentes y futuras generaciones de médicos, científicos e investigadores cubanos.

La utopía, como dijo alguna vez el escritor Eduardo Galeano, está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.

Gracias, Popi, no solo por creer en la utopía, sino por demostrarnos con tu empeño, esfuerzo e inquebrantable voluntad, que los sueños más altos también son alcanzables.

Hasta siempre, querido y entrañable colega.

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