Fidel nos legó la idea y la esperanza que reparte un contingente especializado en situaciones de desastres y graves epidemias
Hoy se cumplen 16 años de aquel septiembre decisivo. Era el año 2005 y tras el duro azote del huracán Katrina al sur de Estados Unidos, como alivio al dolor, Fidel nos legó la idea y la esperanza que reparte un contingente especializado en situaciones de desastres y graves epidemias.
Los médicos de la Henry Reeve –nombre que recibieran en memoria de aquel excepcional joven combatiente norteamericano que murió luchando por la independencia de Cuba–, desde entonces, son médicos del mundo.
El propio Fidel preparó y alistó un contingente de 10 000 médicos, con el propósito inicial de asistir de manera inmediata y gratuita al pueblo de New Orleans afectado por esta catástrofe. Sin embargo, la ayuda fue rechazada por el gobierno norteamericano de George Bush.
Aquel contingente cuyos primeros miembros estuvieron conformados por la brigada movilizada para asistir a los damnificados por el huracán Katrina, tendría como objetivo cooperar de inmediato, con su personal especialmente entrenado, en cualquier país que sufriera una catástrofe, como grandes azotes de huracanes, inundaciones, terremotos y epidemias. Así, dijo Fidel, nacía un contingente de médicos para el mundo pero también para Cuba.
A ese contingente no se les permitió, pese a los cientos de muertos y la situación de desastre, entrar a territorio norteamericano. Pero no tardaron en mostrar su valía: Solo unos días después, el 8 de octubre del 2005, partió una brigada hacia Guatemala, nación que había sido afectada por intensas lluvias y grandes inundaciones. Para asistir a ese pueblo se enviaron 688 colaboradores de la salud, que apoyarían además a una brigada presente en ese país desde el año 1998.
En ese mismo mes de octubre un terremoto de gran magnitud sacudió Pakistán y casi al tiempo que llegaba la brigada a Guatemala, los médicos cubanos salían al otro lado del mundo a salvar vidas, ante uno de los más sismos más devastadores en la historia de ese país del sur de Asia.
De manera solidaria y gratuita durante ocho meses, salvando cientos de miles de vidas, 2 564 profesionales cubanos de la salud cubanos permanecieron en este país, desplegados en 32 hospitales de campaña.
Desde fecha tan temprana el nombre del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastre y Graves Epidemias “Henry Reeve” no ha parado de escucharse, aunque más de una vez los grandes medios han intentado silenciarlo.
En 2010, cuando un terremoto devastó nuevamente a Haití, los médicos cubanos volvieron a ese país con el cual ya teníamos una larga historia de colaboración. La tierra tembló el 12 de enero del 2010, y en tan solo 24 horas, el día 13, llegó la primera brigada médica especializada en epidemias y desastres. Sin embargo, vale recordar que en Haití se encontraban en ese momento más de 200 profesionales de la salud, quienes fueron los primeros en atender a la población afectada.
Apenas nueve meses después, los médicos cubanos plantarían cara a la epidemia de cólera que cobró miles de muertes en suelo haitiano y cuyo control se debió en mayor medida al empeño, la solidaridad y el humanismo de los más de 800 médicos cubanos allí presentes.
Luego vinieron otras hazañas, como la lucha contra el ébola en África occidental. Fueron 17 000 los profesionales del sistema de salud cubanos que manifestaron su disposición de partir a Sierra Leona, Guinea Conakry y Liberia. Al encuentro con un virus peligroso y desconocido marcharon 256 médicos y enfermeros cubanos y quizá nunca antes brilló tan alto el nombre de la medicina cubana, y uno en especial: Henry Reeve.
En poco más de tres lustros los ejemplos de humanismo son innumerables. Entre el año 2005 y 2019, 25 brigadas Henry Reeve, con un total de 9 428 colaboradores trabajaron en 21 países y atendieron algo más de 3.6 millones de enfermos. Ahora, en el transcurso de 16 meses (febrero 2020-junio 2021), vuelven a escribir páginas heroicas.
Para combatir la pandemia de COVID-19, 57 brigadas conformadas por 4 982 miembros, han cumplido su misión solidaria en 40 naciones y han brindado servicios asistenciales a más de 3.1 millones de pacientes.
A varios de ellos llegaron por primera vez, entre los que se encuentran Italia y Andorra en Europa, Togo en África y Emiratos Árabes Unidos en el Oriente Medio. Igualmente, las Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Británicas, Anguila y Montserrat, todos territorios isleños del Reino Unido en nuestro cercano entorno caribeño, los cuales solicitaron ayuda a Cuba para contener a la COVID-19.
Infinidad de personalidades, nacionales e internacionales, de las ciencias, la política y la cultura, parlamentos, Gobiernos, amigos y pueblos agradecidos han propuesto al contingente Henry Reeve para el premio Nobel de la Paz. Ya en el 2017 la Organización Mundial de la Salud (OMS) le otorgó a este contingente médico cubano el Premio Memorial Lee Jong-wook, en reconocimiento al trabajo frente a desastres naturales y epidemias graves.
El reconocimiento de tan noble labor es siempre motivo de alegría y un acto de justicia con quienes han contribuido a sanar en los más recónditos parajes y en las más difíciles circunstancias. Pero no han sido premios, galardones o distinciones lo que ha impulsado a los médicos cubanos y a los de la Henry Reeve, sino el compromiso con la más humana de las vocaciones.
En estos días de pandemia han vuelto a demostrar su valentía y se han hecho sentir en ese lugar primero, donde nacieron y a donde pertenecen: Cuba.
Cientos de ellos han partido sin dudar a otras provincias del territorio nacional a contener la epidemia, y muchos han llegado a la Patria para marchar directo a las zonas rojas de nuestros hospitales, para apoyar a los miles de trabajadores de la salud que también llevan meses en esta dura batalla.
Cuando en el 2005 el artífice de esta obra, Fidel, dijera: “Ante ustedes esta humanidad un día tendrá que inclinarse, ante ustedes tendrán que inclinarse las futuras generaciones…”, no se equivocaba.
Agradecerles cada día por ser dignos representantes de la escuela de medicina cubana, por el valor, la entrega, sensibilidad y compromiso con el cual representan a la Henry Reeve, es una obligación.
Ustedes han estado donde más se les ha necesitado y no han fallado. ¡Felices 16 años de vida!
Tomado de la página en Facebook del Ministro de Salud Pública, Dr José Angel Portal Miranda.