La salud cubana hacia el autismo: destruir barreras desde la empatía y la inclusión
Construir en Cuba espacios de amor e inclusión a personas con trastorno del espectro autista (TEA), constituye una máxima para el Sistema Nacional de Salud. En busca de una mayor calidad en la atención temprana e integral en este sentido, arriban con mayores compromisos a este dos de abril: Día mundial de Concienciación sobre el Autismo.
«Hoy podemos decir con regocijo que en la Isla se transita por un camino favorable en dichos propósitos, marcado por el respeto a los derechos y el acceso universal, en condiciones de igualdad, en estos pacientes, referentes a los servicios de salud, educación, el trabajo y la vida en la comunidad» manifiesta la doctora Tania Adriana Peón Valdés, Jefa del Grupo Nacional de Psiquiatría Infantil del Ministerio de Salud Pública (Minsap).
La también especialista en Medicina General Integral y Psiquiatría Infantil, destaca que nuestro país cuenta con una red de servicios en la Atención Primaria, que van desde los policlínicos, los Departamentos Municipales de Salud Mental y los de Psiquiatría Infantil, hasta los hospitales pediátricos, en el nivel secundario, con profesionales altamente capacitados para el cuidado y seguimiento, y en coordinación con una amplia red de instituciones para la intervención psicoeducativa.
«Los estudios más recientes en la materia definen como espectro autista al conjunto de trastornos generalizados o globales del neurodesarrollo, que se caracterizan por daños cualitativos en las relaciones sociales, la comunicación y la aparición de intereses restringidos y conductas repetitivas», declara la doctora, a la vez que señala la coincidencia en la gran variabilidad de su expresión, incluyendo desde personas con discapacidad intelectual, hasta algunas muy inteligentes.
En el seguimiento a casos con autismo, continúa su explicación, Cuba implementa eficaces estrategias de intervención temprana en todas las provincias y el municipio especial Isla de la Juventud, promovidas desde las instituciones sanitarias. «En este desafío, resultan imprescindibles los centros educativos y las familias, como eslabones esenciales dentro del equipo interdisciplinario, que evalúa, propone y actúa en pos de una mejor evolución de los síntomas y del manejo del paciente, que repercuta en su calidad de vida. Son claves en el proceso las funciones de psiquiatras infantiles, y de especialidades como genética, foniatría, otorrinolaringología y neurología, entre otras», indicó.
En el plano más personal, apunta Peón Valdés, se trata de personas con grandes necesidades de afecto y empatía. De ahí que insista en que «ellos requieren mucho acompañamiento y comprensión al igual que toda la sociedad. Necesitan jugar, pertenecer a un grupo, sentirse valorados y aceptados con sus especificidades».
A partir de las particularidades y características de los pacientes, plantea la Jefa del Grupo Nacional de Psiquiatría Infantil del Minsap, son habituales la inserción de actividades socioeducativas, totalmente gratuitas para todos, como son: terapia, equinoterapia, pintura, trabajo en organóponicos, visitas al zoológico, acuario, centros culturales, comerciales, de servicios, entre otras.
Y es que para que llegue a cada hogar la oportunidad de acceder a estas garantías conquistadas por la Revolución, ante esos trastornos del neurodesarrollo, puntualiza, son habituales los intercambios entre expertos y familias. «Desde la casa, la academia y la investigación científica hoy, trazamos la ruta y prioridad de los procederes conceptuales y buenas prácticas relacionadas con los trastornos del espectro autista en Cuba».
Por ello, subrayó en sus palabras, en lo que respecta a la calidad de vida de las personas, especialmente si las acompaña una condición como TEA, «es preciso aun abrir puertas, tocar corazones, incrementar todos los accesos posibles a la vida y la educación integral, con calidad y equidad en todo lo que hagamos para estimularlos».
La orientación, acompañamiento e intersectorialidad hacia el autismo
Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada 100 niños en el mundo tiene TEA, sin embargo, se advierte que la prevalencia varía entre los diferentes estudios. En Cuba, precisa la doctora Tania Adriana Peón Valdés, Jefa del Grupo Nacional de Psiquiatría Infantil del Ministerio de Salud, existen actualmente cifras superiores a los mil pacientes diagnosticados, donde la orientación, seguimiento e intersectorialidad, enrumban la atención constante por parte del ejército de batas blancas.
Asimismo, destaca cómo trabajan en la mayor de las Antillas con un enfoque interdisciplinar, con constancia y mucha sensibilidad, junto a profesionales de la pedagogía, en el bienestar emocional y volitivo de los diagnosticados y también en la concienciación de la colectividad ante el tema.
Agregó, además, con beneplácito cómo recientemente fue creada en la mayor de las Antillas la Asociación Cubana de Personas con Discapacidad Intelectual (ACPDI), en donde se incluyen a pacientes con TEA y sus representantes legales; en una apuesta por el desarrollo inclusivo de conjunto con los órganos del Estado y el Gobierno, para garantizar el pleno ejercicio de los derechos de este sector de la sociedad.
«La visibilización de esta problemática, con comunes alteraciones en la comunicación e interacción social, ocupa desde hace décadas a los profesionales de la Salud en la nación, que ponderan la necesidad de una adecuada educación y acompañamiento a familiares y personas con esta condición», refiere con énfasis.
Dra. Tania Adriana Peón Valdés, Jefa del Grupo Nacional de Psiquiatría Infantil del Ministerio de Salud
Por ello, el Ministerio de Salud en la Isla caribeña se hace eco cada año de un amplio programa de actividades a propósito del 2 de abril, Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, con el valioso propósito de elevar la calidad de vida tanto de la población infantil como de los adultos en este entorno.
«Sumarse a estas iniciativas es contribuir a la inclusión y a la aceptación de las personas TEA», exhorta la doctora Peón Valdés, que recalca en sus valoraciones, la necesidad de promover en la población, con amor y sensibilidad, el respeto a la neurodiversidad, en lugar de intentar cambiar o “normalizar” tan especial patología.