A tres años de los primeros casos de COVID-19 en Cuba: conocimientos y compromiso para proteger la vida
Miles son las historias de entrega, humildad, respeto y sensibilidad escritas en nuestro país durante los últimos tres años. La confirmación del primer paciente positivo a la COVID-19 en el territorio nacional, aquel inolvidable 11 de marzo de 2020, marcó un antes y un después para el Sistema Nacional de Salud, para Cuba toda.
Han sido tres años de resistencia y crecimiento constantes, en los que médicos, científicos, maestros, personal de enfermería, choferes, técnicos, informáticos, estudiantes…el pueblo todo…se convirtieron en protagonistas de la heroicidad que ha sido para esta Isla defender, ante cualquier circunstancia, el derecho a la vida.
La manera en que trabajamos desde entonces nos permite asegurar hoy que Cuba tiene bajo control la epidemia. El camino transitado, ciertamente, ha sido sumamente complejo, pero ha tenido grandes fortalezas: la primera de ellas, la irrevocable voluntad política de nuestro Gobierno de poner siempre en primer lugar la salud de la personas.
El abordaje integral con que asumimos las acciones sanitarias, donde cada sector de la sociedad tuvo un papel determinante, es esencia distintiva del protocolo implementado desde los primeros momentos.
Cuidar la salud de nuestro pueblo no es un lujo, es una conquista ganada para todos por la Revolución cubana. La COVID-19, con sus números tremendos, demostró lo imprescindible de consolidar sistemas sanitarios que garanticen el acceso a la salud universal: miles de personas han muerto en estos años en el mundo sin tener siquiera derecho a la atención médica.
Tres años después de la confirmación de aquellos primeros casos, en nuestro país se han diagnosticado un millón 112 mil 651 pacientes con el SARS-CoV-2 y lamentablemente han fallecido 8 mil 530 personas. Que desde el pasado 20 de agosto no muera nadie en Cuba como consecuencia del virus, es un hecho de esperanzas y demuestra cuánto se ha trabajado, desde múltiples escenarios, para contrarrestar los efectos de la enfermedad.
La Campaña de Vacunación contra la COVID-19, iniciada en el segundo semestre del 2021 en todo el territorio nacional, es una fortaleza que nos distingue del resto de las naciones.
El desarrollo de vacunas propias y la entrega encomiable de muchos en el país, nos permiten hoy asegurar que el 98,7% de la población vacunable tiene completo su esquema de vacunación y el 87,8% ha recibido al menos una dosis de refuerzo: son más de 43 millones 600 mil dosis las que se han administrado.
Justo en diciembre de 2021 iniciamos la aplicación de dosis de refuerzo, administrándose hasta el momento una cifra superior a las 14 millones 300 mil. Son tres las que tiene ya nuestra población: la primera fue recibida por todas las personas vacunables, a partir de los dos años de edad; la segunda fue solo para adultos, y la tercera para mayores de 70 años y grupos de riesgo.
Son esos, números que nos enorgullecen y salvan, pero no pueden convertirse en pretexto para un actuar irresponsable: la COVID-19 no ha desaparecido y aprender a convivir con ella es un reto que nos corresponde superar a todos para poder avanzar también en otros caminos urgentes que tiene por delante la atención médica en Cuba.
Este último año, aun cuando es menor la incidencia del virus, para el Sistema Nacional de Salud ha sido también extremadamente complejo.
Muchas otras enfermedades, transmisibles o no, continúan afectando a nuestra población y la falta de financiamiento —agudizada por el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos— impide a Cuba adquirir medicamentos, equipos e insumos, imprescindibles para brindar servicios al pueblo.
Y si bien el personal de Salud no ha dejado de buscar alternativas para superar esas realidades, sus efectos llegan a todos los niveles de atención.
La COVID-19 impuso a nuestro sistema sanitario innumerables retos; la cotidianidad de nuestra Isla lo sigue haciendo. Tal y como logramos superar los peores momentos de la epidemia, tenemos la certeza de que seguiremos superando obstáculos para ofrecer cada vez una mayor calidad en la atención médica que ofrecemos.
Conocimientos y compromiso suficientes existen en nuestro país para proteger siempre, desde todos los espacios, la vida.