La responsabilidad individual también salva

Prevenir salva… Es esa una máxima que ha definido las acciones de enfrentamiento a la COVID-19 en Cuba por más de dos años, y que no puede ser ignorada hoy, cuando el país transita por un mejor escenario epidemiológico asociado al control del virus, pero en el cual las personas continúan enfermando.

Si bien es cierto que, de acuerdo con la actualización de nuestros protocolos, en estos momentos no se realizan grandes estudios poblacionales y solo se toman muestras a personas vulnerables, con síntomas que coinciden con los que provoca el SARS-CoV-2, durante las últimas cuatro semanas se ha producido un ligero incremento de pacientes diagnosticados en el territorio nacional.

Que cada vez mueran menos personas a causa de la enfermedad y también disminuyan los pacientes que requieren ser hospitalizados en unidades de cuidados intensivos, no es motivo para descuidar el cumplimiento de todas las medidas higiénico-sanitarias que ya conoce nuestra población y de sobradas maneras han demostrado su efectividad para contener los contagios.

Al cierre de la última semana, en la cual se reportaron 298 nuevos enfermos, el diagnóstico de casos creció en un 49%, y en la mayoría de los territorios del país se incrementaron de manera general las cifras. Téngase en cuenta, además, que los mayores aportes a la incidencia durante ese periodo se produjeron en La Habana, Matanzas, Las Tunas, Cienfuegos, Mayabeque y Holguín: solo en esas seis provincias se concentró el 72,8% de los casos de la semana.

De acuerdo con los estudios de secuenciación de las cepas circulantes en el territorio nacional, ese aumento de los casos se relaciona con la subvariante BA.5 de la variante Ómicron, que ya ha demostrado ser más transmisible y por tanto genera un mayor número de contagios.

Unido a esa realidad es importante llamar la atención a nuestra población sobre el hecho de que en la actualidad se mantienen circulando en el país otros virus que pueden llegar a provocar cuadros agudos respiratorios en las personas.

Son esos motivos más que suficientes para actuar con responsabilidad en todos los escenarios, y los cubanos hemos demostrado que sabemos cómo hacerlo.

Recordemos que el pasado 31 de mayo Cuba suspendió el uso obligatorio del nasobuco, momento en el que insistimos en la necesidad de que las personas vulnerables siguieran haciendo uso del mismo para aumentar su protección ante el virus. Sobre ello también insistimos hoy, pues todos seguimos siendo susceptibles al contagio.

Las vacunas nos han ayudado a elevar la inmunidad de nuestro pueblo, pero por sí solas no son suficientes para detener la propagación del virus. Simples acciones como el lavado frecuente de las manos y el empleo de mascarillas en espacios cerrados o donde sea imposible mantener un adecuado distanciamiento físico, son tan efectivas hoy, como lo eran a principios de 2020.

La responsabilidad individual, ya lo sabemos, también salva.

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