El diagnóstico temprano y el correcto manejo pueden mejorar el pronóstico y aumentar la supervivencia
En Cuba el cáncer en la niñez y en la adolescencia constituye un problema de salud priorizado. El Programa Integral para el Control del Cáncer (PICC) vigente, incluye las ocho localizaciones que concentran la mayor incidencia y mortalidad, dentro de ellas, el cáncer en la etapa infantojuvenil por el gran impacto psicosocial que representa en la familia y la sociedad.
Esta dolencia en la infancia ocupa el 1 % del total de casos de cáncer. Los principales tipos de tumor son por orden descendente las leucemias, los linfomas y las neoplasias del Sistema Nervioso Central. Estos representan aproximadamente el 50 % de la incidencia de cáncer infantil en Cuba.
La atención médica se centraliza en nueve servicios especializados que cuentan con los recursos materiales necesarios y profesionales capacitados para garantizar la calidad de la atención y la sobrevida de los pacientes. Estos se ubican en Hospital Pepe Portilla de Pinar del Río, José Luis Miranda de Villa Clara, Eduardo Agramonte Piña de Camagüey, Octavio de la Concepción y de La Pedraja de Holguín, Pediátrico Sur de Santiago de Cuba, los hospitales William Soler y Juan Manuel Márquez de La Habana, el Instituto Nacional de Oncología e Instituto Nacional de Hematología.
¿Cómo se origina el cáncer en los infantes?
Puede aparecer de forma repentina, sin síntomas precoces. Se desarrolla a partir de mutaciones o cambios no heredados en la composición genética.
¿Cuáles son los signos y síntomas de alarma del cáncer infantil?
- Pérdida del apetito.
- Fiebre de varios días o que no ceda a los tratamientos habituales.
- Sangrado frecuente por la nariz o encías al cepillarse los dientes.
- Puntos rojos o moretones en la piel sin causa aparente.
- Dolor generalizado de huesos y articulaciones.
- Bolitas en el cuello, axilas, ingles, sobre todo duras, grandes y sin causa aparente.
- Crecimiento del hígado y/o bazo.
- Palidez, fatiga o cansancio.
Ante cualquier signo o síntoma se debe acudir de inmediato al sistema de salud. La detección temprana, el diagnóstico oportuno y el correcto manejo pueden mejorar el pronóstico de los niños y niñas y aumentar la supervivencia.