
“En Cuba, la atención médica especializada a los accidentes cerebrovasculares significa más que constancia y compromiso: es entrega, conocimiento y consagración por décadas, porque cada minuto cuenta para salvar vidas y preservar funciones, a favor de la vida”. Son palabras de la doctora Tania Arrieta Hernández, subdirectora de Asistencia Médica del Instituto de Neurología y Neurocirugía, a propósito de este 29 de octubre, Día Mundial del Ictus.
La especialista en Neurología desde 1998 y con más de veinte años de experiencia clínica alertó sobre la alta carga de enfermedad que representa el ictus en el país, al ser la tercera causa de muerte y la principal generadora de discapacidad en adultos. Explicó que el término “ictus” proviene del latín y significa “golpe”, lo que refleja el carácter súbito y abrupto de esta afección.
En sus valoraciones, mencionó que el ictus agrupa trastornos como el infarto cerebral, la hemorragia cerebral y la hemorragia subaracnoidea, y se clasifica en dos grandes tipos: el isquémico, que representa entre el 80 y el 85 % de los casos, y el hemorrágico, que constituye el 15 % restante. “Este último puede manifestarse como hemorragia intraparenquimatosa, intraventricular o subaracnoidea, según la localización de la sangre en el cerebro”, apuntó.
Entre los síntomas de alerta que deben movilizar a la población hacia una atención médica inmediata, la especialista enumeró la pérdida súbita de fuerza o movilidad en un lado del cuerpo, sensación de adormecimiento, inestabilidad al caminar, vértigo, visión doble y dolor de cabeza intenso. “Muchas personas acuden rápido al médico por dolor en el pecho, pero no reaccionan igual ante la pérdida de fuerza en un brazo. Debemos entender que el ictus es tan urgente como un infarto del miocardio o del corazón, y por eso en neurología decimos: el tiempo es cerebro”, subrayó.
El Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía como centro rector en la atención al ictus en Cuba

El Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INN), fundado el 29 de enero de 1962, es el centro rector de las Neurociencias en Cuba y líder en la atención especializada a las enfermedades cerebrovasculares. Ubicado en La Habana, actúa como unidad central para la atención de estas emergencias médicas, con una misión centrada en la investigación científica, la innovación tecnológica y la formación de profesionales altamente capacitados.
En el campo del ictus, detalla Arrieta Hernández, el Instituto cuenta con un equipo de neurólogos dedicados al diagnóstico clínico, imagenológico y etiológico, así como a la prevención secundaria, lo que lo convierte en un referente nacional en el tratamiento integral de esta enfermedad.
La doctora identificó temas a los que, desde la labor de la ciencia y la investigación en el INN, se les da un constante seguimiento. Entre ellos, la hipertensión arterial como el principal factor de riesgo ante el ictus, al provocar un daño crónico y progresivo sobre los vasos sanguíneos del cerebro, especialmente los de pequeño calibre. También señaló otros factores modificables como la diabetes mellitus, la hipercolesterolemia, la obesidad, el sedentarismo y la insuficiencia renal, así como factores no modificables como la edad, la raza y el sexo. En particular, destacó que las mujeres en etapa postmenopáusica son más vulnerables a padecer ictus, mientras que en la población general es más frecuente en hombres.
Para reducir el riesgo, insistió en la importancia del diagnóstico precoz y el control estricto de la hipertensión arterial, así como del resto de los factores metabólicos. “No basta con decir ‘yo no soy hipertenso’ porque una vez tuve 130/90. La tensión arterial fluctúa y debe ser monitoreada con rigor. Igual ocurre con la diabetes: hay que cumplir el tratamiento, la dieta y el ejercicio físico”, enfatizó.
Tratamientos actuales y desafíos
La doctora Tania Arrieta Hernández subrayó que el tratamiento del ictus ha evolucionado significativamente en los últimos años. “Es muy importante que la población conozca que el ictus ya no se trata como hace diez o quince años, cuando se pensaba que, una vez ocurrido el evento cerebrovascular, ya no había nada que hacer. Hoy existen tratamientos de primera línea tanto para el ictus isquémico como para el hemorrágico”, significó.
Destacó que muchos profesionales en Cuba se han formado y consagrado a mejorar la calidad de vida de los pacientes, trabajando en la prevención secundaria y en el acceso a tratamientos específicos como los procedimientos endovasculares. “Se realizan trombolisis, trombectomías, embolizaciones y otras intervenciones dentro de ventanas terapéuticas precoces – dijo- que pueden reducir la morbilidad y mejorar el pronóstico”.
Sin embargo, reconoció que existen limitaciones importantes. “Nuestra especialidad es costosa y requiere materiales que, debido al bloqueo del gobierno de Estados Unidos hacia Cuba, son imposibles de adquirir, como parte de una política inhumana, que impacta directamente en la atención a enfermedades como el ictus, donde cada minuto puede marcar la diferencia entre la vida y la discapacidad”, lamentó.
La doctora enfatizó que el costo humano de estas restricciones es profundo y doloroso pues “no se trata solo de cifras o estadísticas; se trata de personas que podrían recibir tratamientos avanzados, de familias que enfrentan secuelas evitables, de profesionales que luchan cada día con recursos limitados para salvar vidas. El sufrimiento que genera esta política se traduce en barreras para la salud pública, especialmente en especialidades como la neurología, que requieren tecnología e insumos de alta complejidad”.
Como mensaje final, recordó que el ictus puede ocurrir en personas jóvenes y sanas, dejando secuelas graves como pérdida del lenguaje, de la visión o de años de calidad de vida. Por ello, reiteró que, ante cualquier síntoma, se debe acudir de inmediato a los cuerpos de guardia, donde una intervención temprana puede mejorar significativamente el pronóstico.
Autora:Isabel Díaz González






