“Después de la COVID-19 somos mejores seres humanos”
“El 29 de marzo del 2020 nos llamaron para decirnos que este hospital tenía que prepararse para atender pacientes con COVID-19… Eso fue un domingo, ya a las ocho de la noche estaban todas las salas preparadas y empezamos a recibir los primeros pacientes en la institución”, así recuerda la Dra. Mylene Vázquez Martínez, Directora del Hospital Clínico Quirúrgico Docente Dr. Salvador Allende, los inicios del enfrentamiento a la COVID-19 en el centro.
“Desde que se detectaron los primeros casos en el país habíamos comenzado con las capacitaciones a los trabajadores en temas de bioseguridad. Al inicio, enviamos dos profesores del hospital a prepararse al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí. Luego, ellos regresaron al centro y trasladaron los conocimientos adquiridos al resto de sus compañeros”, explica Vázquez Martínez.
“Esa etapa de atender a los primeros pacientes fue una gran batalla. En ella los jóvenes cumplieron una función fundamental, porque las personas mayores, muchos tienen comorbilidades, y a esas personas se les protegió, asignándoles trabajos donde no se tuvieran que exponer de forma directa al virus. Sin embargo, los jóvenes, los residentes y especialistas jóvenes, acudieron todos desde el primer día.”
En un primer momento trabajaban en tripulaciones durante 14 días, en régimen de confinamiento, y después cumplían 14 días en los centros de aislamiento, donde se les hacía la prueba PCR para saber si estaban infectados o no.
“Las primeras semanas todo fluyó bien, pero luego, fue difícil garantizar cuatro tripulaciones de al menos 300 personas. Eso superaba la cifra de trabajadores del centro. Lo que hicimos no hubiera sido posible sin la ayuda entre todos los sectores. En primer lugar de Educación, que envió a profesores y estudiantes de las universidades, quienes realizaron labores de servicio. Luego nos ayudaron trabajadores del sector del Turismo, las FAR y el MININT. Además de ellos el gobierno, el partido, la dirección provincial y el Ministerio, con la guía y las orientaciones oportunas, fueron fundamentales para afrontar ese proceso”.
“Uno de los momentos más duros fue cuando tuvimos la escasez de oxígeno. Todos los trabajadores estuvimos en función de que el oxígeno fuera bien utilizado…”. En los meses de julio y agosto del 2021, cuando la variante que predominaba en el país era la Delta, el hospital tuvo que abrir una tercera sala de terapia, para apoyar a las provincias de Mayabeque y Artemisa. En ese período coincidió la crisis con la disponibilidad del oxígeno, lo que complejizó todo el trabajo en el centro.
Lo que yo viví en la COVID-19 como cuadro y como ser humano, nunca lo había vivido, es una experiencia que no voy a olvidar.
Dra. Mylene Vázquez Martínez
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En el momento en que el hospital se convierte en centro de atención a pacientes con COVID-19, la Lic. Bárbara Nuris Moreno Jiménez, actual jefa del Departamento de Enfermería, estuvo al frente de la primera tripulación. “Desde el cuerpo de guardia, además de mi labor principal de dar atención administrativa y garantizar que los enfermeros tuvieran los medios de protección, en momentos de gran cantidad de pacientes; tuve que trabajar también en su atención. Yo era responsable de suministrar todos los medios de protección en el bloque crítico, es decir las terapias”, señala.
“El principio fue difícil, teníamos temor de contagiarnos de un virus que no conocíamos, pero todos fuimos muy valientes. Nos enseñamos nosotros mismos sobre cómo nos teníamos que proteger, el vestuario y la desinfección. Además, tuve el apoyo incondicional de mi hijo, quien me ayudó a cuidar a mis padres cada vez que entraba al confinamiento durante 28 días.”
Sobre los aprendizajes en esta etapa Bárbara afirma que: “El covid nos enseñó mucho a protegernos y a tomar medidas que antes no teníamos en cuenta en el tratamiento con pacientes con afecciones respiratorias. Fortalecimos el trabajo en equipo y hoy somos más unidos”.
Lo que más me marcó fue el agradecimiento de los pacientes cuando ya la tripulación se iba, después de 14 días atendiéndolos. Yo personalmente les llevaba los nasobucos limpios cada mañana… la verdad, nos sentimos muy queridos y apoyados por ellos…
Lic. Bárbara Nuris Moreno Jiménez
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La Dra. Raiza Martínez Casanueva, jefa del Departamento de Microbiología, se incorpora a los grupos de trabajo desde la primera llamada que se hizo al hospital para atender la COVID-19.
“En la parte específica del diagnóstico, desde el inicio, había que tomar muestras. También comenzamos a aterrizar los protocolos, que en ese momento no existían, pues había que cuidar al personal. Repasar como vestirse y el resto de las medidas… Recuerdo que les escribí en un papel el orden en que se debían poner y quitar la ropa y los medios de protección. Había que trabajar al detalle, porque en eso nos iba la vida. Realmente fue un momento tenso, pero salió”.
“Estuve esos primeros 15 días tomando las muestras de PCR. Yo siempre digo que nunca había trabajado tanto desde el punto de vista físico como aquellos días. Yo tenía que garantizar la calidad en ese trabajo que estaba haciendo. El que trabaja laboratorio sabe que eso es complejo, los listados, las muestras con nombre y apellidos… Después de mí, se incorporaron el resto de mis compañeros y especialistas de otros centros”.
Yo me siento muy orgullosa de mis compañeros, porque lo han hecho muy bien! En toda la pandemia nunca fuimos señalados por haber cometido algún error en el proceso de las muestras PCR. Mis compañeros podían estar cansados, pero siempre hubo disposición… hubo días de salir hasta tres veces, con calor, con toda esa ropa incómoda, realmente fue complejo, pero sabíamos que era lo que nos tocaba.
Dra. Raiza Martínez Casanueva
“Al inicio, por ejemplo, lo que había para la protección eran gafas, no caretas. Yo uso espejuelos y era muy difícil ponerse las gafas por encima”. Raiza recuerda las conversaciones con su esposo donde le decía que lo único que no soportaba era usar las gafas de protección.
Además, del trabajo en el laboratorio, la Dra. Raiza se incorporó al puesto de mando, donde trabajó organizando todo el flujo de la información en el proceso de diagnóstico. “Para mí lo más difícil fue el trabajo del puesto de mando. Los listados que había que hacer, los protocolos que cada día se iban modificando”. Otro de los retos que enfrentó el Departamento de Microbiología fue adaptar sus espacios para comenzar a realizar las pruebas de SUMA.
Recuerdo un día que fui a tomarle una muestra a un muchacho en la terapia, que era de la edad de mi hijo. Días después el muchacho falleció, aquello me golpeó terriblemente, fue de las cosas más duras que viví.
Dra. Raiza Martínez Casanueva
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La Lic. Magdalys Sánchez García, quien se desempeña como jefa del Servicio de Banco de Sangre e Inmunohematología hace alrededor de cinco años, al recordar la etapa de enfrentamiento a la COVID-19 comenta: “Nuestro trabajo cambió radicalmente. Se implementó por parte del Ministerio de Salud Pública y de la provincia el Programa de Control Hiperinmune y fuimos el hospital con más pruebas hiperinmune de toda La Habana. Este examen se aplicó a los pacientes para que pudieran negativizar.”
“Estar lejos de la familia fue difícil, tuvimos que trabajar bajo un régimen al que no estábamos adaptados. Mi esposo trabajaba en una función similar por lo que mi mamá tuvo que cuidar a mis dos hijas a tiempo completo, ayudarlas con las teleclases y cuidarlas en todo sentido”.
“Yo trabajé de lunes a sábado desde las 6:00AM hasta después de las 7:00PM, que se le daba la cena a los pacientes. Organizaba todo el tema de la alimentación junto al jefe de cocina. Debíamos velar porque ningún paciente dejara de comer y por que estuvieran complacidos con la atención que se le brindaba”.
Esta etapa nos enseñó en primer lugar que podemos crecernos ante las dificultades y hacer cosas que nunca pensamos hacer. Yo misma nunca pensé estar al frente de un servicio de dietista y tener que contabilizar la comida y los comensales. La COVID-19 nos permitió conocernos y ver hasta dónde podemos llegar.
Lic. Magdalys Sánchez García
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“En la etapa de la COVID-19 trabajé los primeros tres meses apoyando en los almacenes y la lavandería. Ya después, como en el cuarto mes, que comenzó a agudizarse la situación, comencé a trabajar en la ambulancia. El trabajo fue muy fuerte”, expresó Jaime Pedroso.
“La pandemia nos volvió integrales, aprendimos a hacer de todo y a ir más allá de las labores en que nos desempeñábamos anteriormente”, afirmó.
El hospital es mejor después de la COVID-19, hay más disciplina, más organización, más respeto por la bioseguridad. Fue una escuela para nosotros y hoy somos mejores trabajadores y mejores seres humanos.
Dra. Mylene Vázquez Martínez