La responsabilidad tiene que ser un compromiso de cada uno de los cubanos
Con la confirmación de 48 mil 108 casos positivos a la COVID-19 menos que en agosto, el mes de septiembre podría significar un punto de giro favorable en la actual situación epidemiológica que vive el país. No obstante esa realidad, la COVID-19 en Cuba es mucho más que cifras.
Si bien los números de septiembre hablan de avances en el control de la transmisión de la enfermedad en la mayoría de las provincias cubanas, ello no constituye motivo para pensar que hemos superado el peor momento de la epidemia. Tampoco puede convertirse en justificación para confiarnos y descuidar las medidas para contener el virus.
La regresión que en el control de la enfermedad han manifestado en diferentes momentos algunas provincias, demuestra que cuando se incumplen las acciones diseñadas, las consecuencias casi siempre son lamentables para las familias.
De lo sucedido en septiembre podemos destacar que el promedio de casos confirmados por día disminuyó de 8 mil 552 en agosto, a 7 mil 434. En ese propio mes fueron diagnosticadas con la enfermedad 223 mil 13 personas, en tanto en agosto, el peor mes de la epidemia en Cuba, se habían confirmado 265 mil 121 pacientes.
Aun así, las provincias de Pinar del Río, Sancti Spirítus, Camagüey, Las Tunas, Artemisa, Mayabeque y Villa Clara, tuvieron elevadas tasas de incidencia de la enfermedad por cada 100 mil habitantes. En esos siete territorios se constataron las tasas más altas del país, todas por encima de 2 mil.
El peligro, lo hemos reiterado en numerosas ocasiones, continúa latente.
Como un elemento positivo considero oportuno referir que la tendencia a la disminución de casos confirmados que se manifestó durante el noveno mes del año se mantiene en los días que han transcurrido de octubre.
Similar comportamiento se constata en la cantidad de pacientes que permanecen ingresados positivos a la COVID-19: al cierre de la pasada semana estaban activos 23 mil 832 casos, lo cual significa una disminución de un 30,3% respecto a la anterior.
Recordemos, además, que en el mes de septiembre inició la campaña de vacunación en edades pediátricas, la cual avanza satisfactoriamente. Asimismo, comenzó la vacunación de los alérgicos al tiomersal y de los convalecientes de la enfermedad.
Hasta el pasado 2 de octubre se habían aplicado en Cuba 21 millones 516 mil 690 dosis de alguna de nuestras vacunas o candidatos vacunales. El 97% de la población vacunable tenía administrada al menos la primera dosis y el 55,7% tenía completo su esquema de vacunación.
Acompañar con responsabilidad ese proceso de vacunación y los esfuerzos que los trabajadores de la Salud y el Gobierno realizan desde hace casi dos años para contener la epidemia, tiene que ser un compromiso de cada uno de los cubanos.
La apertura gradual del país, y junto a ello el regreso a las aulas de los más jóvenes, es un nuevo reto para nuestra sociedad, que requiere del apoyo y la participación de todos para poder retomar paulatinamente la cotidianidad de la nación y también de nuestras familias.
Tomado de la página en Facebook del ministro de Salud Pública, Dr. José Angel Portal Miranda.