La historia de Javier: un médico profundamente humanista

Estar en los lugares donde otros no llegan y ayudar a todo aquel que lo necesite ha sido el propósito que durante 58 años han defendido los 450 mil profesionales de la salud de Cuba, quienes por varias generaciones han brindado asistencia médica en más de 140 países.

Uno de esos cubanos es el doctor Javier Isbell López Salazar, especialista de primer grado en Medicina General Integral, con amplia experiencia misiones internacionalistas.

Primero estuvo en Venezuela (2004-2009), en el estado de Mérida, al cual retornó tiempo después (2010-2013), luego, con apenas dos meses en Cuba, se unió al programa “Mais Médicos” de Brasil (2013-2016) y el pasado año estuvo en México por dos ocasiones, como parte de las brigadas del Contingente Henry Reeve.

Mientras permaneció en territorio venezolano y al ser profesor de la Escuela Latinoamericana de Medicina, viajó durante varios meses a la Isla para impartir clases a estudiantes ecuatorianos en el Polo Médico de Sandino, Pinar del Río, y a educandos mexicanos en Jagüey Grande, Villa Clara.

En Venezuela también vivió momentos de incertidumbre luego de la muerte de Hugo Chávez en 2013. “Fueron días difíciles, no se sabía lo que pasaría, existía el temor de que las conquistas sociales se perdieran debido a la oposición y hubo quienes arrojaban piedras a nuestras casas. Nosotros nunca bajamos la guardia y seguimos con el trabajo, siempre protegidos por la población y los partidarios del Comandante”.

Como coordinador de la Misión Barrio Adentro en ese estado, el doctor Javier contribuyó a cambiar las condiciones de vida de una comunidad indígena. Gracias a la presencia de los médicos cubanos llegó hasta allí el acueducto y se construyeron casas dignas, pues sus habitantes vivían en estructuras de barro y hierba seca con techo de guano.

“Eran muy frecuentes las enfermedades de la piel provocadas por las picaduras de insectos y la convivencia, dentro de los propios hogares, con caballos, vacas y cerdos. Realizábamos intervenciones sanitarias, controles prenatales y charlas con los indígenas acerca de las medidas higiénicas que debían adoptar para prevenir infecciones. Ellos siempre acudían a las consultas y al final de la misión se notaban cambios satisfactorios en su salud”, rememoró.

La experiencia en la tierra del Libertador Simón Bolívar hizo que el doctor Javier se interesara aún más por la medicina natural y tradicional de la que ostentaba un diplomado. No obstante, fue en Brasil donde pudo desarrollar más sus conocimientos.

Su personalidad aventurera y filantrópica lo obligó a decir sí cuando le propusieron integrar “Mais Médicos” y su única condición fue poder trabajar en las comunidades indígenas. Y así fue. Durante la mayor parte de su estancia en el gigante sudamericano estuvo con los Palikur y los Wayampi, internado en la selva amazónica, en la frontera con Guayana Francesa.

Descubrió que el uso excesivo de los antibióticos ocasionaba serios problemas de salud a los Palikur, quienes abandonaron sus medicinas ancestrales por asumir las del “hombre blanco”, luego de que en los años 60 un grupo de misioneros religiosos les hiciera creer que sus hierbas “eran brujería y cosa del diablo”.

Javier comenzó a ganarse el respeto de los pastores de la iglesia, el cacique de la comunidad y las parteras. A fuerza de constancia y ciencia logró rescatar la cultura de las plantas medicinales. “Muchos me dijeron que no lo intentara, que ellos no iban a cambiar, pero a los tres años y medio, cuando regresé, utilizaban más la medicina natural que los químicos.

“Hicimos un huerto con las canoas abandonadas, yo aportaba las hierbas que conocía y los Palikur más longevos me traían otras. Esta medicina verde les resultó de mucha ayuda después del impeachment a Dilma Rousseff, cuando Michel Temer eliminó las ayudas a las comunidades indígenas”, contó el especialista.

El médico cubano también se preocupó por separar las aguas para beber y las de desecho, y es que los habitantes de estas localidades suelen construir baños cerca de los ríos Uaçá y Curipi y los contaminaban. “Explicamos y ayudamos a construir fosas sépticas, poco a poco las medidas funcionaban y las enfermedades desaparecieron”, comentó.

Con respecto a los Wayampi, otra de las comunidades indígenas, López Salazar encontró un contraste peculiar. “Andaban semidesnudos, cazaban con arco y flecha, dormían en hamacas, pero sabían utilizar una laptop y se vestían para ir a la ciudad”, dijo. Con ellos también realizó trabajo profiláctico, educativo y de salud física y mental que se revirtió en mayor calidad de vida.

A su llegada a Cuba fueron muchas las responsabilidades asumidas hasta el año 2020 y la llegada de la pandemia de la COVID-19. A partir del envío de brigadas al exterior estuvo cinco meses en el estado de Veracruz, México, y cuatro en su capital, de este tiempo guarda recuerdos tristes y gratificantes.

Rememoró que a su arribo a tierras aztecas encontró un país con altas cifras de fallecidos, personas enfermas que hacían colas fuera de los hospitales por si alguien moría ocupar su cama y colegas que al inicio les hacían rechazo, porque pensaban que perderían su trabajo con la presencia de los cubanos. Eso cambió cuando nos conocieron y formamos un buen equipo, reconoció.

En el Hospital de la Secretaría de la Defensa Nacional se convirtió en mentor de los médicos y enfermeras que laboraban en la institución, la mayoría no tenían cinco años de graduados. “Lloraron mucho cuando se enteraron que nos íbamos y también nos agradecían por la experiencia, al igual que la población”, expresó.

Hoy, el doctor forma parte de los profesionales de la salud que participan en la intervención sanitaria con los candidatos vacunales cubanos. Desde uno de los vacunatorios instalados en la Escuela Secundaria Básica “Tony Santiago”, del capitalino municipio de Guanabacoa, Javier es consciente de que muchos son los proyectos que le esperan dentro de la atención médica cubana y la cooperación internacional.

Colaboración médica cubana: 58 años repartiendo amor por el mundo

Más de ocho millones de vidas se han salvado y unas 2 mil 46 millones de personas han recibido los servicios de la colaboración médica cubana a partir del 23 de mayo de 1963 cuando Cuba envió la primera brigada médica a la República de Argelia.

El doctor Jorge Delgado Bustillo, director de la Unidad Central de Cooperación Médica (UCCM), a propósito del aniversario 58 de la colaboración médica cubana, señaló que durante todos estos años han primado los principios de voluntariedad, humanismo y de compartir lo que se tiene y no lo que nos sobra.

Rememoró que al triunfo de la Revolución alrededor de la mitad de los médicos que existían en el país emigraron hacia Estados Unidos y otros países, y aún así la Isla ofreció ayuda a Argelia, un país que había logrado su independencia del colonialismo francés.

Asimismo, en la década del sesenta se estableció colaboración con varias naciones africanas y para los años setenta se fue incrementando. Actualmente se mantiene en 63 países con 28 mil 705 colaboradores, donde se destaca la Misión Especial Venezuela con más de 20 mil cooperantes, acotó.

El también epidemiólogo cubano mencionó que el 37 por ciento de los profesionales son médicos y el resto, enfermeros, tecnólogos de la salud, personal administrativo y auxiliar.

Entre las estadísticas ofrecidas por el directivo, con 23 años de experiencia en la colaboración médica, destacó las más de 14 millones de intervenciones quirúrgicas realizadas y la asistencia al nacimiento de cuatro millones 570 mil niños.

Además, reconoció la creación del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias “Henry Reeve”, el 19 de septiembre de 2005, por el Comandante en Jefe, Fidel Castro, ante el azote del huracán Katrina por el sur de los Estados Unidos.

La ayuda no fue aceptada, pero quedó constituida la fuerza médica y  el 8 de octubre de ese año más de 680 colaboradores fueron a Guatemala por inundaciones. Seis días después salían para Pakistán los primeros colaboradores, para un total de dos mil 564, que estuvieron distribuidos en 32 hospitales de campaña para auxiliar a los damnificados de un potente sismo.

Otra de las misiones significativas fue Haití, luego del terremoto del 12 de enero de 2010 y 10 meses después cuando el brote de cólera; también mereció el reconocimiento mundial la presencia en Sierra Leona, Guinea Conakry y Liberia durante la epidemia de ébola.

Delgado Bustillo, quien fuera asesor de la Organización Panamericana de la Salud en varios países, jefe de misiones médicas y fundador del Contingente, reconoció la labor de los cooperantes en el enfrentamiento a la COVID-19 con la conformación de 57 brigadas que llegaron a 40 países.

Este desempeño desinteresado y humanista ha hecho que desde todos los confines del mundo se nomine al Contingente Henry Reeve al Premio Nobel de la Paz (2021) y por esta razón recibió el Premio Excelencias 2020, que otorga el Grupo Excelencias cada año durante la Feria internacional de Turismo de Madrid.

Para conmemorar el aniversario 58 se reconocieron en todo el país a colaboradores destacados y el Ministerio de Salud Pública convocó a los usuarios de las redes sociales a sumarse en el día de hoy a un tuitazo para compartir las experiencias de nuestro Ejército de Batas Blancas en estos años de solidaridad cubana.

El Ministro de Salud Pública de Cuba, Dr. José Angel Portal Miranda, se suma a las felicitaciones por el Aniversario 58 de la Colaboración Médica Cubana:

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Perfil del autor
Lic. Sheila Noda Alonso
Periodista de Agencia Cubana de Noticias

Periodista de la Agencia Cubana de Noticias. Licenciada en Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2020). Colaboradora del sitio web del MINSAP.

Lic. Sheila Noda Alonso

Periodista de la Agencia Cubana de Noticias. Licenciada en Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2020). Colaboradora del sitio web del MINSAP.

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