Cuba refuerza su estrategia contra el consumo de drogas: compromiso, prevención y sensibilidad en el sector de la salud a favor de la vida

«La gente no entiende lo que es tocar fondo hasta que lo vive. Uno cree que controla la droga, hasta que la droga te controla a ti» —dice Yanniel Moré, un joven de 24 años que llegó al hospital psiquiátrico de La Habana buscando salvarse—. «No es que la droga esté en todas partes, es que uno la busca. Por eso es tan importante que se cree conciencia sobre esto. La gente dice que las drogas vuelven locos a las personas, pero no es así: la gente está loca con las drogas».

Recuerda el momento en que, tras una recaída, sintió que todo lo que había logrado en su recuperación se había desmoronado. «Me decía a mí mismo: ¿Cómo le voy a decir al profe que recaí? Después de todo el tiempo que me dedicó, después de toda su confianza, ¿con qué cara lo miro?».

Ese instante marcó un antes y un después para Yanniel. «La vida es fácil, uno es el que la complica. Y él me lo enseñó junto al resto de los profesionales del servicio de adicciones del Hospital Psiquiátrico de La Habana. Me dieron la oportunidad de demostrarme a mí mismo que podía salir adelante. Hoy no quiero que mi historia se quede solo conmigo, quiero que sirva para que otros entiendan que hay una salida».

Emocionado, siente gratitud absoluta por quienes lo ayudaron. «Gracias a ese equipo, hoy soy la persona que soy y quiero decirle públicamente que no está solo, esta batalla, lo voy a echar con él hasta el final, donde quiera, donde me necesiten yo voy a ofrecer el mensaje de la experiencia, del dolor, de la esperanza, aunque ya no sea un ingreso».

En la sede del Ministerio de Salud Pública (Minsap), sus palabras resultan impactantes durante la presentación del tabloide Contra las drogas se gana. Entre los presentes se encuentran el doctor Justo Reynaldo Fabelo Roche, director del Centro de Estudios de Drogodependencia de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.

El profe lleva décadas enfrentando esta realidad desde la medicina y la prevención, y comenta a sus colegas que su primer contacto con casos de consumo se remonta a los años 80 en la Sala Pared. Allí aprendió que la adicción no es solo una cuestión de sustancias, sino de vidas rotas.

«Cuando llegué a la sala aún no se hablaba de patología dual, pero el profe Ricardo González ya tenía claro que el consumo no viene solo, siempre hay algo más detrás»,  recuerda.

Desde entonces, su visión ha sido clara: el abordaje debe ser integral, con comprensión, pero también con firmeza. Ha dedicado su vida a atender casos como el de Yanniel.

«En ese momento había un control prácticamente absoluto en Cuba con el tema de la droga, pero en la Sala Pared se atendían pacientes extranjeros» explica para abordar a uno de sus primeros casos: un venezolano psicótico que consumía marihuana y del cual aprendió mucho para el manejo y seguimiento al sensible tema.

Ese enfoque, de mirar más allá del consumo y entender el impacto en la vida de las personas, es el legado que continúa y que aún defiende en su día a día.

Años después, en este desafiante camino, Jorge de la Caridad González (Popi) impulsó la creación del Centro de Desarrollo Académico en Drogodependencia, convencido de que la universidad debía formar profesionales capaces de abordar el problema desde la salud, no solo desde la seguridad, sino también desde la empatía y el humanismo.

Evoca el doctor como la sensibilidad y el compromiso con la rehabilitación han marcado la estrategia cubana en este ámbito, pues para Fabelo Roche, el camino de la recuperación es más que dejar de consumir. Se trata de rescatar vidas. «Mi preocupación no es expulsar a un estudiante que consume, todo lo contrario: es apoyarlo, es rescatarlo, complementa como profesor que también experimenta estos difíciles escenarios en las aulas».

El enfrentamiento al consumo de drogas se ha consolidado como una prioridad para el Ministerio de Salud Pública de Cuba, respaldado por años de esfuerzo, investigación y un compromiso sostenido con la prevención, detalla por su parte la doctora Carmen Borrego, jefa de la sección de Salud Mental del Minsap.

«Esta labor, marcada por la dedicación de especialistas y la creación de centros especializados, no solo aborda el tratamiento de las adicciones, sino que también busca impedir su expansión en espacios académicos y comunitarios».

En este contexto, interviene el jefe de servicios de adicciones del Hospital Psiquiátrico de La Habana, Yali López Guido. Agrega que la prevención, el apoyo a quienes caen en la adicción y la formación de profesionales capaces de afrontar el problema desde una perspectiva médica, social y académica continúan siendo ejes fundamentales de la estrategia a nivel de país.

Al respecto, asevera: «Con décadas de experiencia y una red de especialistas comprometidos, la Isla avanza en su propósito de garantizar que la lucha contra las drogas no sea solo un enfrentamiento, sino un esfuerzo de rescate y recuperación».

El desafío es claro: la droga está presente en todas partes y la respuesta debe ser estratégica. Por este motivo, la educación es parte fundamental de las actuales proyecciones de trabajo ante la compleja realidad.  En este contexto, estudiantes de medicina de las facultades Calixto García y Julio Trigo, en La Habana, han tomado la iniciativa de involucrarse activamente en la prevención y el acompañamiento de pacientes en recuperación.

Prueba de ello son Alejandra de la Cruz y Lázaro Horta, estudiantes y miembros de CEDRO, el Centro de Desarrollo Académico en Drogodependencia, quienes, como parte del emotivo encuentro, destacaron la importancia de formar profesionales sensibles y comprometidos con la rehabilitación para consumidores de droga.

«Este centro nos permite unirnos a todas las actividades comunitarias relacionadas con la especialidad de psiquiatría, tanto dentro como fuera de la universidad. Pero, sobre todo, nos dota de compasión, empatía y humanismo en nuestra profesión futura» comentan.

Casi al cierre del emotivo intercambio, Efraín Cantero, paciente en rehabilitación de 46 años, que conoce bien la importancia de ese humanismo en la recuperación, comparte su triste historia.  «Todos estamos expuestos a caer en este mundo. Es un mundo mortal, y no hay que creer que es solo cosa de otros. Es de todos» reflexiona, al tiempo que plantea a los presentes, profesionales como el de la salud pública: «Es muy importante que a todos los niveles busquemos de forma preventiva la manera de hacerle frente».

Después de cinco meses de recaída, sin conocer el programa de tratamiento, llegó al hospital psiquiátrico de La Habana. «Gracias a todo lo que existe, el profe me dio la oportunidad de ingresar en el servicio. Antes del ingreso, ya había parado el consumo. En estos momentos llevo 45 días limpio».

Lo que más lo impactó fue lo que sucedió después cuando el centro y en especial sus médicos le brindaron la posibilidad de quedarse laborando allí. «Nunca pensé que podría volver a trabajar en mi profesión, y así se abrió una oportunidad para mi familia, para mi madre, para mi esposa. Estoy recuperando su confianza. No es un proceso de hoy para mañana, pero sí se puede. Sí se puede. Gracias, de verdad, gracias Cuba por todo».

Por Isabel Díaz González

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