Cuba se propone un «listón» cada vez más alto en la atención materno-infantil

El sistema de Salud de esta provincia acaba de alcanzar un resultado que pocos logran en este mundo, al cerrar el 2018 con la tasa de mortalidad más baja de la historia en niños menores de un año: 2,6 fallecidos por cada mil nacidos vivos.

Tal indicador, junto a otros que son sinónimos de calidad de vida, coloca el «listón» a una altura que solo la exquisitez, el rigor profesional y la perfección pueden contribuir a rebasarlo con éxito y hacerlo sostenible en el tiempo.

Bien lo sabe la doctora Ivette Prince Martínez, al frente del programa en este territorio, quien es la primera convencida de que, en asuntos de salud, nada se logra de manera espontánea o fortuita, sino como fruto del aporte de muchos actores en la sociedad.

La especialista menciona, sin embargo, dos aciertos que considera claves en la progresión de los llamados indicadores «estrellas»: la inversión de recursos en la red hospitalaria y el completamiento y capacitación del personal.

«En los últimos años, explica, se han mejorado las condiciones en las unidades quirúrgicas, las unidades de terapia intensiva y las salas de neonatología, por solo citar tres ejemplos, lo que permite elevar los estándares para que los servicios se presten con calidad».

EL MÁS MÍNIMO DETALLE CUENTA

Especialista de Segundo Grado en Pediatría y en Cuidados Intensivos y Emergencia, Ivette Prince Martínez insiste en que, para lograr la sobrevida de los niños y, sobre todo, la calidad de esa sobrevida, se necesita contar con un personal altamente calificado.

«Si hay una especialidad, precisa la doctora, que ha evolucionado en los últimos años es la Obstetricia, la que cuenta con recursos, caudal humano y protocolos de trabajo actualizados en aras de lograr una atención prenatal de excelencia».

Refiere Prince Martínez que lo importante entonces es que las futuras madres se dejen ayudar y conducir durante el embarazo para que, según su condición física, reciban y cumplan en cada momento el tratamiento que les corresponde.

Otro momento tiene que ver con la atención del niño en la comunidad, a través de las áreas de salud y de los médicos y las enfermeras de la familia, a la hora de seguir su estado nutricional, cumplir el esquema de vacunación y estimular la lactancia materna.

«Está demostrado, comenta, que los niños alimentados mediante la lactancia materna exclusiva no tienen anemias, se defienden de las infecciones, es muy difícil que se enfermen y, si sucede, nunca llega a ser de gravedad por los efectos inmunológicos y nutricionales de la leche materna».

UNIR VOLUNTADES: HE AHÍ LA CUESTIÓN

Si bien nadie discute que el peso de las instituciones de Salud es decisivo en lo que a servicios de calidad respecta, también es verdad que sin el respaldo y la activa participación de la familia y la sociedad en su conjunto cualquier logro puede resultar efímero.

El hecho de que en Camagüey el 22 % de las captaciones de embarazos se localiza en adolescentes constituye un punto rojo al que las autoridades prestan especial atención, por su secuela de complicaciones, entre ellas el bajo peso al nacer.

Aunque existen resultados en materia de promoción de salud, lo cierto es que tales acciones deben ganar en eficacia e intencionalidad, sobre todo en las enseñanzas preuniversitaria y politécnica, pues puede conllevar a otro mal: la deserción escolar.

«Al adolescente, señala Ivette Prince, hay que hablarle claro, sin temas tabúes, y enseñarle qué debe hacer para evitar un embarazo no deseado y las infecciones de transmisión sexual, a través de la anticoncepción y de otras estrategias de planificación familiar».

Aclara que tales asuntos incumben de igual modo a otras mujeres que por condiciones objetivas de salud no deben parir en un momento dado hasta no estabilizar los parámetros relacionados con una enfermedad crónica (cardiaca, respiratoria o diabetes).

Si de responsabilidad familiar se trata, alerta la especialista, un aparte merecen las muertes infantiles por accidentes, cuyas causas principales están relacionadas con el colecho, la broncoaspiración de leche, las quemaduras y la electrocución.

«Aunque estar nutrido y vacunado protege al bebé, sostiene la doctora, tampoco es bueno exponerlo a eventos infecciosos en lugares de amplia afluencia de público, pues un simple catarro para un adulto, a un recién nacido puede costarle la vida».

SI EL «MATERNO» FALLA…

Para el doctor Sigfrido Valdés Dacal, está claro que de la institución que dirige dependen los resultados de la provincia: el Hospital Materno Provincial Ana Betancourt de Mora realiza cerca del 80 % de los partos y la mayoría de los de mayor riesgo en Camagüey.

«Estamos hablando, reflexiona, de una tasa de mortalidad infantil de 0,5 en 5 975 partos. Ese indicador lo tiene muy poca gente en el mundo. Se trata de palabras mayores, por lo que, para mantenerlo, no te puedes equivocar, el margen de error no existe».

A los asuntos ya tratados, que pueden poner en riego la estabilidad del programa, Valdés Dacal agrega el de la obesidad: en Camagüey, cerca del 20 % de las mujeres son obesas y de estas casi la mitad se complica por hipertensión arterial o diabetes.

«Ese es uno de los retos que se expresa en el propósito de mejorar el manejo de la hipertensión relacionada con el embarazo, a partir del diagnóstico precoz, para evitar que llegue a las formas más graves y así lograr madres y niños saludables».

Reconoce el especialista que, si de exquisitez se trata, todavía debe perfeccionarse el trabajo alrededor y durante el parto, el diagnóstico oportuno de las malformaciones congénitas y la atención de los niños de muy bajo peso en la sala de neonatología.

«Todo ello, asegura, puede lograrse, pues la institución, con una historia de casi 80 años, cuenta con especialistas competentes, capaces de manejar cualquier emergencia y ofrecer un servicio de calidad tanto a las mamás como a los bebés».

El hospital camagüeyano, considerado la segunda maternidad del país por la cantidad de partos anuales, disfruta hoy de un mejor confort, fruto de la reparación capital de todas sus instalaciones y la entrada de equipos médicos de alta tecnología.

Tales transformaciones, junto al completamiento con especialistas en Obstetricia y Pediatría, han llegado, de una u otra manera, a las instituciones hospitalarias de Florida, Guáimaro, Nuevitas y Santa Cruz del Sur.
Ello constituye un fuerte espaldarazo al empeño de la Salud Pública por ordenar, capacitar y estabilizar los principales indicadores del programa de atención materno-infantil, algo que solo puede lograrse con el irrestricto apoyo de la sociedad.

En los últimos años se mejoraron el confort y equipamiento de las salas de neonatología.
Foto: del autor

Tomado de: Granma
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